martes, 19 de noviembre de 2013

SAN FRANCISCO DE ASÍS Y EL BEATO SAN SEBASTIÁN DE APARICIO INTERCEDEN ANTE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO PARA SALVAR LA VIDA DE UN JOVEN SECUESTRADO EN EL MUNICIPIO DE ACATZINGO, PUEBLA.







 El joven Miguel García del municipio de Acatzingo, Puebla, acudió con su familia  a la Iglesia de la Impresión de las Cinco Llagas de San Francisco, conocida como  San Francisco, el pasado 3 de noviembre del 2013.

Su visita fue para dar gracias a nuestro señor Jesucristo, a los sacerdotes franciscanos, a las monjas clarisas y a la tercera orden de los Franciscanos Seglares, por sus intensas oraciones para que fuera regresado sano y salvo a su casa, ya que fue secuestrado durante varios días por unas personas que ejecutaron este delito.

Los sacerdotes franciscanos, las monjas clarisas y los franciscanos seglares pidieron a
San Francisco de Asís y al Beato Fray Sebastián de Aparicio, para que intercedieran en su favor ante nuestro Señor Jesucristo para que el joven regresara a su casa sano y salvo.

Con visible emoción el joven relató después de la homilía su terrible experiencia y cómo gracias a la  oración intensa y unida de toda la comunidad franciscana logró salir vivo de su encierro, situación que lo llevó a reflexionar que fue gracias a la intervensión de San Francisco y del Beato Fray Sebastián de Aparicio que se logró este milagro, por lo que dio gracias a Dios y a todos los franciscanos unidos en oración.

VIDA DEL BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO CUYO CUERPO INCORRUPTO SE ENCUENTRA EN EL CONVENTO DE LA IGLESIA DE LA IMPRESIÓN DE LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO EN LA CIUDAD DE PUEBLA.




Nació en Gudiña, Galicia (España), el 20 de enero de 1502. De niño se contagió en una epidemia. Los enfermos eran obligados a vivir apartados y su madre lo llevó a una solitaria choza. Allí una loba lo mordió y con la hemorragia se curó de la enfermedad. Desde entonces tuvo un especial amor e influencia con los animales.

Le agradaba la vida de campo por su paz que conduce a hablar con Dios. Aunque no fue a la escuela ni aprendió a escribir, desarrolló muchas habilidades útiles: arreglos de edificios y fabricación de carros, cultivo, toda clase de trabajo de finca, etc. Pastoreó las ovejas de su padre hasta la edad de 20 años cuando se fue de mayordomo a una hacienda en Salamanca que pertenecía a una joven viuda, hermosa y rica. Ella se enamoró de el. Para no caer en la tentación, Sebastián dejo el lugar y se fue a Zafra, a trabajar en otra finca al servicio de Pedro de Figueroa, pariente del Duque de Feria. Pero allí una de las hijas del dueño también comenzó a rondarle. Volvió a mudarse, esta vez a Sanlúcar de Barrameda, de donde partían los barcos a América. Trabajó allí siete años bien pagado y pudo enviarle a sus hermanas la dote que se acostumbraba para el matrimonio. Pero en ese lugar fue otra vez asediado por las mujeres. Esta vez, la hija del dueño y una joven de Ayamonte. Entonces, teniendo 31años de edad, se embarcó para América donde vivió el resto de su larga vida.

Comerciante exitoso en América
Llegó a Puebla, México
. La ciudad estaba recién fundada y hacía falta todo tipo de trabajo. Sebastián puso sus diversos talentos a buen uso. Le ayudaban su enorme fe y su gran fuerza física. Había gran escasez de carros de carga. El fundó una empresa donde los construía y hacía transportes. Ayudó también a construir carreteras ya que por Puebla pasaba el tráfico entre Veracruz y la ciudad de México. Ayudaba a los indios pobres enseñándoles sus artes.

En 1542 Sebastián se traslada a la ciudad de México con el fin de fundar una mayor empresa de carros. Abrió el primer camino de carros a Zacatecas, empresa muy audaz no solo por la distancia sino porque atraviesa la región habitada por los indios Chichimecas que son muy peligrosos. Durante diez años transporta viajeros y minerales de plata de las minas de Zacatecas a la Casa de Moneda de México. En una ocasión, mientras transportaba mercancía, lo asaltó una banda de Chichimecas que al principio no reconocieron a Sebastián. Pero cuando se dieron cuenta de quien era lo dejaron pasar libremente. "Tú has sido siempre como un buen papá para con nosotros. -dijeron- A ti no te haremos daño".
Pasando una vez Sebastián con sus carretas por la plaza mayor de México, aplastó por accidente la mercancía de un vendedor de cacharos, el cual le desafió espada en mano. Las disculpas y la oferta de Sebastián de pagar los daños no consiguió calmar al comerciante que le vino encima. Con su gran fuerza y habilidad Sebastián le derribó por tierra. El cacharrero pidió perdón por amor de Dios. Sebastián le ayudó a levantarse, diciéndole: "De buen mediador te has valido".
A la edad de 50 años, después de 18 años, se retira del comercio de las carretas y se establece en una hacienda en Tlalnepantla, cerca de la ciudad de México. Por los bienes que había ganado con su trabajo le llaman «Aparicio, el Rico». En Chapultepec, en las afueras de México, adquiere una hacienda ganadera. Sin embargo vivía con impresionante sencillez: no tenía cama sino que dormía en un petate, comía las mismas tortillas que los indios y vestía humildemente. Utilizaba sus recursos para hacer de su hacienda un centro de misericordia para todos. Los trabajadores de su finca eran tratados con todo respeto, como amigos. A varios arrendatarios les escrituró fanegadas de tierra para que formaran sus propias fincas. Mientras era común que los hacendados tuviesen muchos esclavos, el solo tenía uno y este era tratado como un hijo, hasta que le concedió la libertad. Pero aquel esclavo se sentía tan bien junto a Sebastián que siguió como trabajador suyo.

Dos matrimonios
En Chapultepec tiene una enfermedad muy grave y recibe los últimos sacramentos. Recuperada la salud, le recomiendan que se case y el encomienda a Dios con mucha oración la posibilidad de casarse. Por fin, a los 60 años, en 1562, se casa con la hija de un amigo vecino de Chapultepec en la iglesia de los franciscanos de Tacuba, haciendo con su esposa vida virginal. Sus suegros pensaban buscar la nulidad del matrimonio, cuando la esposa muere en el primer año de casados y Aparicio, después de entregar a sus suegros 2.000 pesos como dote, de nuevo se va a vivir a Atzcapotzalco.

Allí contrajo un segundo matrimonio a los 67 años. Fue también éste un matrimonio virginal, como Sebastián lo asegura en cláusula del testamento hecho entonces: «Para mayor gloria y honra de Dios declaro que mi mujer queda virgen como la recibí de sus padres, porque me desposé con ella para tener algún regalo en su compañía, por hallarme mal solo y para ampararla y servirla de mi hacienda». Ella también muere antes del año en un accidente, al caerse de un árbol mientras recogía frutas. Aparicio la quiso mucho, como también a su primera esposa, y de ellas decía muchos años después que «había criado dos palomitas para el cielo, blancas como la leche».

La vida religiosaSu confesor le recomienda que ayude a las hermanas clarisas que estaban pasando miseria. En el año 1573 les cede a las clarisas sus bienes, que ascendían a unos 20,000 pesos, quedándose solo con 1000 pesos como le pidió su confesor por precaución por si no perseveraba. Se va el mismo a servirles en calidad de portero.

El 9 de junio de 1574, a los 72 años de edad, recibe el hábito franciscano en el convento de México. Da desde el principio un gran ejemplo de humildad haciendo cualquier servicio con prontitud. Sufre mucho, en parte por el trato de los jóvenes del noviciado y porque sus superiores, al verlo tan anciano no se deciden en dejarle profesar. Por fin a los 73 años de edad, el 13 de junio de 1575 recita la solemne fórmula:
«Yo, fray Sebastián de Aparicio, hago voto y prometo a Dios vivir en obediencia, sin cosa alguna propia y en castidad, vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, guardando la Regla de los frailes menores».
Y un fraile firma por él, pues es analfabeto.

Por aquel convento pasó otro santo franciscano llamado por Dios a ser mártir en Japón: San Felipe de Jesús.

Limosnero
El anciano fraile va a su primer destino caminando 30 km hacia el este de Puebla. Es el convento de Santiago de Tecali. Allí es el único hermano lego y sirve en los trabajos mas humildes. Pronto lo llaman de regreso a Puebla donde la intensa labor de los frailes requiere de un buen limosnero. Su fórmula era: «Guardeos Dios, hermano, ¿hay algo que dar, por Dios, a San Francisco?». Mientras tanto daba a los pobres muchas veces su propia ropa o les repartía de los bienes que había recogido para el convento.

Dice a su superior ya de anciano: «Piensa, padre Guardián, que el dormir yo en el campo y fuera de techado es por mi gusto; no, sino porque este bellaco gusanillo del cuerpo padezca, porque si no hacemos penitencia, no iremos al cielo» (Calvo 108).
Devoto de la Virgen María
Recorría la región con su hábito franciscano, rosario en mano, el cual siempre andaba rezando. En una fiesta de la Virgen, llega fray Sebastián al convento de Cholula en el momento de la comunión y se acerca a comulgar. Cuando después está dando gracias, se le aparece la Virgen. Cuando el padre Sancho de Landa se le interpone, le dice el hermano Aparicio: «Quitáos, quitáos, ¿no veis aquella gran Señora, que baja por las escaleras? ¡Miradla! ¿No es muy hermosa?». Pero el padre Sancho no ve nada: «¿Estás loco, Sebastián?... ¿Dónde hay mujer?»... Luego comprendió que se trataba de una visión del santo Hermano (Compazas 89).

Impugnado por los demonios
Sebastián sufrió muchas impugnaciones del demonio. En las clarisas de México los combates contra el maligno era tan fuertes que la abadesa le puso dos hombres para su defensa, pero salieron tan molidos y aterrados por dos leones que por nada del mundo aceptaron volver a cumplir tal oficio.

Ya de fraile, según cuenta el doctor Pareja, el demonio «le quitaba de su pobre cama la poca ropa con que se cubría y abrigaba y, echándosela por la ventana del dormitorio, lo dejaba yerto de frío y en punto de acabársele la vida. Otras veces, dándole grandes golpazos, lo atormentaba y molía; otras lo cogía en alto y, dejándolo caer como quien juega a la pelota, lo atormentaba, inquietándolo; de manera que muchas veces se vio desconsoladísimo y afligido» (Campazas 31).

Los ataques continuaron en muchas ocasiones. En una de ellas los demonios le dijeron que iban a despeñarlo porque Dios les había dado orden de hacerlo. A lo que respondió fray Sebastián muy tranquilo: «Pues si Dios os lo mandó ¿qué aguardáis? Haced lo que Él os manda, que yo estoy muy contento de hacer lo que a Dios le agrada»...

Consolado por los ángeles
También recibió consolaciones del cielo. Tiene visiones de San Francisco y del apóstol Santiago que le confirman en su vocación. Tuvo gran devoción a los ángeles, especialmente al de su guarda y experimentó muchas veces sus favores.

Una vez se le atascó la carreta en el barro y se le presenta un joven vestido de blanco para ofrecerle su ayuda. «¡Qué ayuda me podéis dar vos, le dice, cuando ocho bueyes no pueden sacarla!». Pero cuando ve que el joven sacaba el carro con toda facilidad, comenta en voz alta: «¡A fe que no sois vos de acá!» (Campazas 71).

Regresaba fray Sebastián con su carro bien cargado de Tlaxcala a Puebla, cuando se le rompió un eje. No habiendo en el momento remedio humano posible, invoca a San Francisco, y el carro sigue rodando como antes. Y a uno que le dice asombrado al ver la escena: «Padre Aparicio, ¿qué diremos de esto?», le contesta simplemente: «Qué hemos de decir, sino que mi Padre San Francisco va teniendo la rueda para que no se caiga» (Campazas 53-4).
Sus últimos 20 años los vivió como hermano encargado de pedir limosna por las casas, de cuidar el huerto y hacer las compras y los mandados. A pesar de sus muchos trabajos, parecía casi no sentir cansancio. Los ofrecía para salvar almas.

Su relación con las criaturas era maravillosa.A un hermano le confesaba: «Muchas veces me coge la noche en la sabana y, sin otra ayuda que la misericordia de Dios, como me veo solo y tan enfermo, vuelvo los ojos al cielo, al Padre universal de la clemencia, y dígole: «Ya sabe que esto que llevo en esta carreta es para el sustento de vuestros siervos y que estos bueyes que me ayudan a jalar la carreta son de San Francisco; también sabéis mi imposibilidad para poderlos guardar y recoger esta noche, y así los pongo en vuestras manos y dejo en vuestra guardia para que me los guardéis y traigáis en pastos cercanos, donde con facilidad los halle». Con esto me acuesto debajo de la carreta y paso la noche; y a la mañana, cuando me levanto con el cuidado de buscarlos, los veo tan cerca de mí que, llamándolos, se vienen al yugo y los unzo, y sigo mi jornada» (Calvo 146).

En una ocasión, acarreando piedras para la construcción del convento de Puebla, a un buey exhausto hubo que desuncirlo. Fray Sebastián, por seguir con el trabajo, tomó con su cordón franciscano a una una vaca que estaba por allí con su ternero y, sin que ella se resistiera, le puso el yugo de la carreta. Al ternerillo que protestaba sin cesar con grandes mugidos le manda callar y calla.
Regresando una vez de Atlixco con unas carretas bien cargadas de trigo, se detiene Fray Aparicio a descansar, momento que las hormigas aprovechan para hacer su trabajo. «Padre, le dice un indio, las hormigas están hurtando el trigo a toda prisa, y si no lo remedia, tienen traza de llevárselo todo». Fray Sebastián se acerca allí muy serio y les dice: «De San Francisco es el trigo que habéis hurtado; ahora mirad lo que hacéis». Fue suficiente para que lo devolvieran todo.
Durante un viaje se acostó sobre un hormiguero de hormigas bravas. Cuando se despertó vio que estas habían hecho un gran círculo a su alrededor.
Un caballo derribaba a todo quien se atreviese a montarlo, pero a Fray Sebastián lo llevaba mansamente.


Final de su vidaA los 98 años se sintió morir por causa de una hernia. Llega al convento y queda postrado en el suelo al modo de San Francisco. Pidió a los franciscanos que rezaran el credo y cuando decían: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna"... se quedó muerto.Muchísimos habitantes de Puebla asistieron a su entierro. Dos veces fue desenterrado su cadáver y las dos apareció incorrupto. Al morir quedó su rostro como de un hombre de 60 años pacíficamente dormido, como si estuviera vivo.  Al menos 968 milagros fueron documentados en su proceso de beatificación. Beatificado en 1789.

En la actualidad descansa en una urna de cristal en el convento franciscano de la Puebla de los Ángeles, México.

TEMPLO DE LA IMPRESIÓN DE LAS CINCO LLAGAS DE SAN FRANCISCO.

 
 
 
El templode las Cinco Llagas de San Francisco fue el primer convento establecido en
la ciudad de Puebla, que pertenece a la jurisdicción eclesiástica de la Arquidiócesis de Puebla de Los Ángeles. Conocido por los habitantes de la ciudad como la Iglesia de San Francisco, se ubica en una de las zonas más antiguas de la ciudad, frente al cruce de las calles 14 oriente y bulevar 5 de mayo.
En una de sus capillas se venera el cuerpo incorrupto del beato Fray Sebastián de Aparicio.
 


La historia de la ciudad de Puebla se halla estrechamente vinculada a las primeras órdenes religiosas establecidas en Nueva España. La primera de ellas, la de los frailes menores franciscanos, habían llegado en 1531 para fundar un primitivo establecimiento. Según Veytia, escogieron el sitio del actual templo de la Concordia donde permanecieron por tres años. Para 1535 establecieron su convento definitivo a la vera del camino real a Veracruz a la orilla del río que se llamaría de San Francisco. Fray Toribio de Benavente, quien había intervenido en la fundación de la ciudad, colocó la primera piedra del templo franciscano, donde han estado situados por más de 400 años. La primera iglesia fue terminada por fray Miguel Navarro quien fue 14° provincial de la orden franciscana por tres años. En aquel entonces lo habitaban 16 frailes y tres o cuatro novicios. Se halla escrito en 1585 lo siguiente:
"Nuestro convento es guardianía y casa de la comunidad de de la vocación de nuestro P. San Francisco; moran en el muchos frailes porque siempre hay estudio de artes o de gramática; hay también enfermería en aquella casa y cúranse en ella todos los religiosos de los conventos que caen en el obispado de Tlaxcala; los demás se van a curar a San Francisco de México. El convento esta acabado con su iglesia, dos claustros bajos y otros dos altos, dormitoros y celdas; la huerta es pequeña, danse en ella muchos esparragos, mucha y buena hortaliza para la cual y para toda la casa tiene una fuente de agua muy buena que se reparte de suerte y que hay cuatro o cinco caños."
El convento y el templo continuaron siendo decorados y embellecidos hasta 1767 con varios periodos de inactividad que llegaban a durar hasta 10 años en los que reunian fondos para continuar las obras su edificio fue hecho de la cantera extraída del cercano cerro de San Cristóbal donde se hallan actualmente los fuertes de Loreto y Guadalupe.
En la pared de la sacristía se exhibe una inscripción que dice "1631" y en anales se menciona que la torre se concluyó en 1672 y en 1673 "se puso pila y se empedró todo". En una lápida adosada a la pared poniente de la torre del templo dice:
"SE EMPESÓ Y SE ACABO ESTE CURATO Y EL GENERAL SIENDO GUARDIAN EL M R FR ALONSO DE LEON LETOR DE PRIMA DE SAGRADA TEOLOGIA Y CALIFICADOR DE SANTO OFICIO. 1696."

Motolinía menciona el monasterio como el de San Francisco de los Ángeles. El templo fue consagrado entre 1615 y 1697 a la impresión delas llagas de Ntro. Seráfico Padre San Francisco.

Cabe destacar que mientras arrancaba la construcción de la Catedral de Puebla (1575), el templo franciscano estaba muy avanzado, interviniendo en ambas obras el arquitecto Francisco Becerra proyectando la traza inicial del primero y construyendo el coro y las capillas del segundo.
Para el siguiente siglo, el edificio de una nave, fue cubierto con bovedas de enervadura, que substituyeron a la cubierta de vigas que inicialmente tuvo, se embelleció tanto la iglesia como el convento con puertas de madera entablerada, se enrejó la capilla mayor, se enlozaron pisos, se revistieron de azulejos las paredes exteriores y se decoró el interior con numerosos retablos barrocos que más tarde serían retirados durante el siglo XIX.
 

viernes, 15 de noviembre de 2013

FORMA DE VIDA DE LOS FRANCISCANOS SEGLARES.



Somos hombres y mujeres que desde nuestra familia vivimos en el mundo y queremos construir una sociedad más humana y cristiana. Nos reunimos en Fraternidades para vivir el Evangelio en comunidad fraterna.
Nos agrupamos en fraternidades locales,regionales, nacionales e internacionales.
Vivimos el Evangelio al estilo de San Francisco de Asís y de acuerdo a nuestra Regla aprobada por el Papa.
Queremos ser contemplativos en el mundo: hombres y mujeres de oración, construyendo un mundo más fraterno, luchando por la justicia, trabajando al servicio de los demás, siendo instrumentos de paz e intentando llevar al mundo la esperanza y la alegría.

DATOS BIOGRÁFICOS DE SAN FRANCISCO DE ASÍS.



Representación de San Francisco de Asís, en un fresco de Cimabue en la Basílica de Asís, se cree que es la imagen más fiel del Santo.
 


NombreGiovanni di Bernardone
Nacimiento1181/1182
Asís (Italia)
Fallecimiento3 de octubre de 1226 (44 años)
Asís (Italia)
Venerado enIglesia Católica
Canonización16 de julio de 1228, en Asís, por el Papa Gregorio IX
Principal SantuarioBasílica de San Francisco de Asís (Italia)
Festividad

Infancia y Juventud

Francisco de Asís nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pietro Bernardone Dei Moriconi y Donna Pica Bourlemont Provenzal. Su padre era un próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís.
De joven se caracterizó por su vida despreocupada, no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos ni en dar pródigas limosnas.
En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo un año.
Desde 1198 el Pontificado se hallaba en conflicto con el imperio y Francisco formó parte del ejército Papal bajo las órdenes de Gualterio de Briann contra los germanos.
Fue en un viaje a Apulia (1205) cuando mientras marchaba a pelear, cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero ahora envuelto en meditaciones solitarias.
Empezó a mostrar una conducta de desapego en lo terrenal. Un día en que se mostró en un estado de quietud y paz, sus amigos le presuntaron si estaba pensando en casarse, a lo que él respondió: estaís en lo correcto pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual. Fue después de reflexiones y oraciones que él supo que esa dama a la que se refería era la pobreza.
El punto culimante de su transformación cuando convivió con los leprosos, a quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo mirar. Se dedicó después a la reconstrucción de la Iglesia de San Damián. Según los relatos, lo hizo después de haber visto el crucifijo de esta iglesia decirle: "Francisco ve y repara mi iglesia que se está cayendo en ruinas". Entonces decidió vender el caballo y las mercancias de su padre en Foligno, regresó a San Damián con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rechazó.
Su padre al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa las personas con que se encontró lo recibieron mal y creyéndolo un lunático lo recibieron con piedras y lodo.



Francisco ante las autoridades eclesiales

Su padre le reprendió severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un calabozo. Al ausentarse el airado padre por los negocios, la madre lo libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió las reprimendas del señor de la casa, y fue otra vez en búsqueda del muchacho a San Damián, pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo. Pedro Bernardone, más preocupado por lo perdido de su patrimonio, acudió a las autoridades civiles a forzarlo a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron el caso en manos de la Iglesia.
Francisco se sometió al llamado de la autoridad eclesial.
Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a su padre y al Obispo de Asís, de nombre Guido, no sólo lo hizo, sino que se despojó de todas sus vestimentas ante los jueces, proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto, el obispo lo abrazó y le envolvió con su manto.

Comienzos de la orden

No se sabe con certeza cuántas iglesias en ruinas o deterioradas reconstruyó; entre ellas, a la que más estima tenía era la capilla de la Porciúncula (“la partecita”, llamada así porque estaba junto a una construcción mayor).
Allí fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el  24 de febrero de 1208
 cuando escuchó estas palabras del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... (Lc., 10). Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del Evangelio. Después de someterse a las burlas de quienes lo veían vestido casi de trapos, ahora su mensaje era escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni anatemas.
En unos meses sus discípulos eran once: Bernadro di Quintavalle, Pedro Catani, Gil, Morico, Bárbaro, Sabatino, Bernardo Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo Tancredo, Felipe y Giovanni de la Capella.
Bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, labor que Francisco alentaba con alegría por haber elegido el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los estimuló a viajar de dos en dos.

Audiencia ante el Papa ante la aprobación de la Regla

Hacia abril o mayo de 1209,  Francisco se decidió a presentarse ante el Papa Inocencio III, para que le aprobara la primera regla de la Orden. Con ese fin, él y sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.
Fue bajo la intervención del obispo Guido de Asís como pudo tener audiencia con el Papa. Éste y ciertos Cardenales objetaban el programa franciscano por el peligro de crear otra organización nueva, debido a los movimientos anticlericales de la época y a la falta de una mínima base material de la orden; pero bajo la influencia del cardenal Juan de San Pablo y su apoyo, Francisco pudo tener una nueva audiencia para que se considerara la aprobación de su hermandad de pobres.
El Papa por fin aprobó la regla verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un hombre como Francisco reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su práctica del Evangelio. No se conoce el contenido de esta primera regla. Fue por esta época (seis años después de su conversión según Celano) cuando fundó, junto a Clara de Asís, la llamada segunda orden.



Camino a Rivo Torto

Camino de vuelta a Asís, él y sus acompañantes se ubicaron en un lugar llamado Rivo Torto, donde consolidaron sus principios de vivir en la pobreza, conviviendo entre los campesinos locales y atendiendo a leprosos; desde entonces se hacían llamar a sí mismos Hermanos Menores o Frailes Menores (el nombre fundacional de la congregación es Ordinis Fratrorum Minorum, abreviado O.F.M.).
Después de la estadía en Rivo Torto, buscó una sede para su orden; para ello pidió la ayuda del obispo Guido, pero no consiguió respuesta favorable. Fue un abad benedictino del Monte Subasio quien le ofreció la capilla de la Porciúncula y un terreno adyacente (propiamente la partecita, la porcioncita). Francisco aceptó, pero no como un regalo, sino que pagaba como renta canastas con peces.
Dentro del ánimo de la época de los viajes hacia el este, hizo un intento de ir a Siria para la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles». Esto sucedió probablemente a finales del año 1212 y nuevamente dos años más tarde, pero ambas empresas se frustraron.
Antes de 1215 el número de frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino en el sur de Francia y en los reinos de España. Viajaban los franciscanos de dos en dos y convivían con la gente común; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.

Concilo de Letrán

Durante el Concilio de Letrán en 1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda nueva orden debía adoptar la Regla de San Benito o la de San Agustín. Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este concilio el Papa Inocencio III tomó la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz; de ahí en adelante el poverello fue devoto de este símbolo.
En esa época, el Cardenal Hugolino les ofreció a él y a Domingo de Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano, acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aún en contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.»[


Indulgencia en la Porciuncúla

Bajo el pontificado de Honorio III en 1216, se promovió la indulgencia plenaria a favor de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de Porciúncula. Obtuvo Francisco esa gracia del Papa para que la peregrinación se realizara una vez al año, pero bajo fuerte oposición, puesto que pocos lugares podían disfrutar de tan alto privilegio.
Desde el año 1217 organizó capítulos en el que los Frailes Menores se reunían para intercambiar experiencias; para la organización apropiada de los territorios en que los frailes se habían dispersado, organizó también provincias de evangelización.
Hacia el capítulo de 1219, la orden tuvo sus primeras disensiones respecto de las normas de pobreza dictadas por Francisco. Algunos persuadieron al Cardenal Hugolino para que hablara con él, a fin de que la orden fuera dirigida por hermanos «más sabios»[y de acuerdo con reglas como la de San Benito, a lo que el poverello se opuso recalcando la forma de vida de humildad y simplicidad. La innovación que brotó de este encuentro fue la organización de misiones a las llamadas «tierras paganas».

Viaje a Oriente

En  1219 se embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el Delta del Nilo, donde los cruzados estaban bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria. Allí, Francisco los previno de que había sido alertado por Dios de que no realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los soldados se burlaron de él. El resultado de la siguiente batalla fue un desastre para los cruzados. Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía, incluso algunos caballeros abandonaron las armas para convertirse en frailes menores.

Frente al Sultán de Egipto

Tomó como misión la conversión de los musulmanes. Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los primeros soldados sarracenos fue golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el Sultán de Egipto Al-Malik al-Kamil.
Según las crónicas de uenaventura, el poverello, en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a los ministros religiosos musulmanes a entrar con él en una gran fogata (equivalente a una ordalía o prueba del fuego), para así demostrar qué religión era la verdadera; los mulás rehuyeron la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía ileso, se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el príncipe rechazó también esa posibilidad. Al final, sus pretensiones se frustraron. En reconocimiento, el sultán de Egipto entregó a Francisco un cuerno de marfil finamente tallado que habría oficiado de pasaporte en tierras musulmanas y que se conserva en la Basílica de Asís. Tiempo después, Francisco obtuvo del Sultán Al-Muazzam de Damasco, hermano de al-Malik, permiso sólo para visitar Siria y Tierra Santa.

Crisis y Reorganización

La orden, durante su ausencia, sufrió una crisis: hubo disensiones, falta de organización y desacuerdos con la ruda vida diaria. El rumor de la muerte de Francisco en el Oriente dio pie a implantar reformas, entre ellas ciertas medidas disciplinarias, ayunos e incluso la institución de una casa de estudio en Bolonia; muchos consideraron estos cambios contrarios a la idea original del fundador. Enterado de estos sucesos, Francisco fue ante el Papa Honorio III y le rogó que designara al Cardenal Hugolino para reorganizar la orden.
Las nuevas disposiciones tuvieron un nuevo Ministro General, Elias Bombarone, y una nueva regla, la de 1221 (Regla no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, la prohibición del vagabundeo y de la desobediencia ante órdenes contrarias a los principios franciscanos.

Tercera Orden

Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa vocación espiritual, nació la llamada Tercera Orden, para permitir a hombres y mujeres laicos vivir el evangelio tras las huellas de Francisco. Obtuvo su estatus legal en 1221 también con la ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos como se rescata su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los que se reglamentaba la santificación personal de los terciarios, su vida social y la organización de la nueva fraternidad.
Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la primacía de la oración y la prédica de los Evangelios por sobre la educación formal.

La Regla Definitiva

Bajo la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva regla, ya que ciertos opositores a la entonces vigente consideraban que le faltaba consistencia y definición, y que eso le impedía obtener una definitiva aprobación del Papado. Nuevamente aceptó las exigencias. Para ello se retiró dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, a redactar una definitiva regla bajo ayuno y oración. El 29 de noviembre de 1223 con otra participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su forma definitiva y fue aprobada por el Papa Honorio III.

Navidad en Greccio

Terminada la labor de aprobación de la regla definitiva, Francisco decidió retornar a Umbría.
 Debido a la cercanía de la Navidad, a la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año de 1223; para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno de su propiedad.
Pretendió que la celebración se asemejara lo más posible a la natividad de Jesús, y montó un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó un sermón. Aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante evento religioso, una fiesta única.

Los Estigmas

Francisco asistió en junio de 1224 a lo que fue su último capítulo general de la orden. Hacia principios de agosto resolvió hacer un viaje a un lugar aislado llamado Monte Alvernia, a unos 160 kilómetros al norte de Asís; escogió para este viaje a algunos de sus compañeros: León, Angelo, Illuminato, Rufino y Masseo, a quien el poverello puso al mando del grupo.
Estando en la cima, fue visitado por el conde Orlando, quien llevaba provisiones a los hermanos. Francisco le pidió construirle una cabaña a manera de celda, donde después se aisló. La oración ocupó un lugar central en la vida de Francisco; para ello buscaba la vida eremítica, el silencio y soledad interior. Reforzaba sus plegarias postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando.
En ese lugar, León fue testigo de los actos de su soledad: lamentos por el futuro de la orden y estados de éxtasis. Al saber que era espiado, decidió irse a un sitio más apartado en una saliente de montaña. En la fiesta de la Asunción Francisco decidió hacer un ayuno de cuarenta días.
Por órdenes del poverello, León lo visitaba dos veces para llevarle pan y agua. Según los relatos que recogieron los testimonios de León, éste fue testigo de la aproximación y alejamiento de una bola de fuego que bajaba del cielo; por este prodigio, Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir. Le hizo abrir tres veces el misal para encontrar respuesta, y las tres veces se abrió en la historia de la Pasión de Jesús.
Probablemente el  14 de septiembre de 1224, oró para recibir dos gracias antes de morir: Sentir la pasión de Jesús, y una enfermedad larga con una muerte dolorosa. Después de intensas oraciones, entonces en un trance profundo,egún relato de San Buenaventura, el mismo Nazareno se le presentó, crucificado, rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de su vida. Sin embargo, Francisco -al igual que otros santos estigmatizados- hizo todo lo posible para ocultarlos a la vista de los demás por considerarse indigno, no del dolor que sentía, sino de ser portador de las señales de la Pasión de Cristo Por eso, fue desde entonces con las manos metidas entre las mangas del hábito, y con los pies cubiertos por medias y zapatos.

Muerte

Retornó a la Porciúncula acompañado sólo por León; en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio. Mientras tanto, su salud —que desde mucho tiempo antes nunca fue buena del todo— empeoraba: El sangrado de sus heridas lo hacía sufrir constantemente. En el verano de  1225 pasó un tiempo en San Damián bajo el cuidado de sus allegados.
Fue durante esta temporada cuando compuso el Cántico del Hermano Sol, que hizo también cantar a sus compañeros. Se encaminó luego a Rieti, rodeado del entusiasmo popular por tocarlo o arrancar algún pedacito del paupérrimo sayo que vestía, y se instaló en el palacio del obispo. Después se hospedó en Fonte Colombo, donde fue sometido a tratamiento médico, que incluyó cauterizar con un hierro ardiente la zona desde la oreja hasta la altura de la ceja de uno de sus ojos; según los relatos, Francisco no sintió dolor al «platicar» con el fuego para que no lo dañara. Otro intento para ser tratado por renombrados médicos fue hecho en Siena, sin buen resultado.
Deseó volver a la Porciúncula a pasar sus últimos días. Arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en estado de guerra. En su lecho escribió su Testamento. En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol —al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana Muerte— junto a Angelo y León.
De acuerdo con su último deseo, fue encaminado a la Porciúncula, donde se estableció en una cabaña cercana a la capilla. Murió el 3 de octubre de 1226 a la edad de 44.
Así relata San Buenaventura la verificación de las llagas de Francisco después de su muerte:
"Al emigrar de este mundo, el bienaventurado Francisco dejó impresas en su cuerpo las señales de la pasión de Cristo. Se veían en aquellos dichosos miembros unos clavos de su misma carne, fabricados maravillosamente por el poder divino y tan connaturales a ella, que, si se les presionaba por una parte, al momento sobresalían por la otra, como si fueran nervios duros y de una sola pieza. Apareció también muy visible en su cuerpo la llaga del costado, semejante a la del costado herido del Salvador. El aspecto de los clavos era negro, parecido al hierro; mas la herida del costado era rojiza y formaba, por la contracción de la carne, una especie de círculo, presentándose a la vista como una rosa bellísima. El resto de su cuerpo, que antes, tanto por la enfermedad como por su modo natural de ser, era de color moreno, brillaba ahora con una blancura extraordinaria. Los miembros de su cuerpo se mostraban al tacto tan blandos y flexibles, que parecían haber vuelto a ser tiernos como los de la infancia. Tan pronto como se tuvo noticia del tránsito del bienaventurado Padre y se divulgó la fama del milagro de la estigmatización, el pueblo en masa acudió en seguida al lugar para ver con sus propios ojos aquel portento, que disipara toda duda de sus mentes y colmara de gozo sus corazones afectados por el dolor. Muchos ciudadanos de Asís fueron admitidos para contemplar y besar las sagradas llagas. Uno de ellos llamado Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, como dudase de estas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y audacia los clavos y con sus propias manos tocó las manos, los pies y el costado del Santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos; y resultó que, a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de Cristo, amputaba de su corazón y del corazón de todos la más leve herida de duda. Por lo cual desde entonces se convirtió, entre otros, en un testigo cualificado de esta verdad conocida con tanta certeza, y la confirmó bajo juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados."
 San Buenaventura, Leyenda Mayor de San Francisco 15,4

Al día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio, donde fue sepultado. Fue canonizado la Basílica de San Francisco en Asís.


Personas allegadas a Francisco de Asís


 
CLARA DE ASÍS.
 
Clara de Asís.Tuvo como modelo de su conversión a Francisco y lo siguió. Juntos organizaron la Segunda orden francisca o hermanas clarisas. Francisco puso confianza en sus consejos.
Jacoba de Settesoli. De ascendencia noble romana, y de carácter viril y enérgico, abrazó la vida religiosa al quedar viuda. Al igual que Clara, fue muy apreciada por Francisco.
Masseo de Marignano. Dedicado a la guardia de las instalaciones.
Angelo Tarlati. Un militar que dejó las armas para entrar a la orden.
Junípero. Llamado por Clara el Juglar de Dios; de personalidad jovial, divertida y pintoresca.Según los relatos, Francisco dijo alguna vez: «Mis hermanos, si sólo tuviera un bosque lleno de Juníperos…». Murió en 1258.
Bernardo de Quintavalle. De los primeros seguidores de Francisco. Murió entre  1240 y 1246.
Gil. Uno de los más devotos seguidores de la práctica franciscana; realizó viajes a Roma, Santiago de Compostela y Tierra Santa. Murió en 1262.
Rufino. Primo de Clara de Asís, de ascendencia noble. De carácter tímido y temeroso de hablar en público; junto a León y Angelo, protagonista de la Leyenda de los tres Compañeros.
León. Muy cercano a la vida del poverello como su confesor y secretario.Testigo de los momentos previos a la estigmatización de Francisco. Luego de recibir los estigmas, Francisco le obsequió la famosa "Bendición a Fray León".
Antonio de Padua. Llamado por Francisco "mi obispo". De gran erudición y facilidad de palabra. Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1245

Oración y prédica

Al no ser sacerdote, en vez de dar doctrina, practicaba una predicación exhortativa, esto es, incitaba a la conversión y a vivir una vida evangélica; predicaba también con el ejemplo, con su estilo de vida aliada a la pobreza. Su manera de predicar era por medio de laudas, o alabanzas, con el objetivo de llamar la atención de los hombres a honrar al Ser Supremo.
Según Tomás Celano:
Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su manto una celdilla… Siempre encontraba la manera de ocultarse a la mirada de los presentes…hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave.

Escritos de Francisco de Asís y primeras biografías

Entre los escritos reconocidos de Francisco de Asís están:
Primeras biografías, con fechas probables de autoría:
  • Leyenda primera (Legenda Prima), de Tomás Celano (1228–1230).
  • Espejo de perfección (Speculum Perfectionis), de autor desconocido.
  • Leyenda segunda (Legenda Secunda), de Tomás Celano (1247).
  • Leyenda mayor de San Francisco (Legenda Maior), de San Buenaventura (1263).
  • Leyenda de los tres compañeros (Legenda Trium Sociorum) (1270–1300).
Florecillas

Los Fioretti —de autor anónimo— son una recopilación de hechos de Francisco, de algunos de los frailes que lo acompañaban y de San Antonio de Padua. Escritas en la segunda mitad del siglo XIV no constituyen una biografía sino una exaltación de las virtudes del poverello y de su vinda simple para edificación del lector.
Por ejemplo, en la historia de Cómo Francisco libró de un lobo feroz a la ciudad de Gubbio, el poverello fue a buscar a la fiera que atacaba a los habitantes de la localidad. Logró hacer un pacto con él al «convencerlo» de no seguir sus fechorías a cambio que los pobladores le darían el sustento que necesitaba. La bestia puso una pata delantera sobre la mano de Francisco en señal de asentimiento. Logró convivir con la gente y murió dos años después de viejo.
Otros: Cómo San Francisco fue a convertir al sultán de Babilonia, Cómo un joven regaló unas tórtolas a San Francisco…, Cómo San Francisco sanó a un leproso de alma y cuerpo, etc.

 
Tradicionalmente contiene 53 capítulos; a través del tiempo se agregaron otros relatos que tienen como protagonistas a los frailes Junípero y Gil. De éste último hay unos denominados «Doctrina y dichos». Otros narran la estigmatización del santo católico.


Fuente: Francisco de Asís. 6 de noviembre de 2013. Consultado el día 15 de noviembre de 2013, de: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_As%c3%ads#Contexto_hist.C3.B3rico.