domingo, 15 de junio de 2014

VICENTITA GARCÍA VIUDA DE ORTEGA EJEMPLO DE VOCACIÓN EN LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR.


 
Lo más hermoso que le ha pasado en su vida a la señora Vicenta García viuda de Ortega es haber ingresado a la Orden Franciscana Seglar hace más de 50 años, porque  cuando conoció la vida de San Francisco de Asís y Santa Clara ,  fue atraída al servicio de Dios dentro de esa familia religiosa.

Vicentita como la llaman cariñosamente sus hermanos menores, es ejemplo de vocación y perseverancia para las futuras generaciones  porque en ella se refleja el carisma franciscano de prestar servicio a su fraternidad con humildad y obediencia, siguiendo la Regla de la Orden Franciscana Seglar.

A sus cien años de existencia al nacer en la capital poblana un  22 de enero de 1914, según consta en su acta de nacimiento, fue bautizada en la religión católica en el Templo de San Marcos, vivió su niñez y pubertad muy feliz al lado de su madre, tíos y parientes cercanos.

Muestra  sus  documentos más importantes, su acta de nacimiento, su fe de bautizo  y un retrato cuando tenía 15 años de edad, a su lado un hombre joven y moreno está sentado en una silla, en ese entonces era su novio Jorge Ortega Kirvan.

Lo recuerda como si fuera ayer  pues cuando cumplió 15 años conoció al que sería su compañero de vida Jorge Ortega Kirvan, con  quien procreó cinco hijos: Alta Gracia Ortega García que murió muy pequeña, Juan Ortega García, Gabino Ortega García, que también falleció, Cecilia Ortega García terciaria Franciscana, Teodora Ortega García y Alberto Arcega García.
 
 
Esta dama  aún a sus cien años goza de una mente lúcida que le permite recordar los hechos más importantes que ha vivido, además de ser madre de siete hijos,  tiene de 17 nietos y 21 bisnietos.

Relató que a los 27 años quedó viuda porque su compañero de vida murió en 1941 de fiebre tifoidea, por lo que tuvo que emplearse en diferentes labores, entre ellas,  la de ser costurera durante 25 años para alimentar a sus hijos.

“Me las vi negras porque cuando murió mi esposo el más pequeño de mis hijos tenía 8 años y tuvo que salir también a trabajar junto con sus hermanos para aportar al gasto familiar, pero gracias a Dios nunca nos quedamos sin comer”.

Al paso de los años sus hijos fueron creciendo y en la década de los 50 una persona que la conocía  la invitó a pertenecer a la Orden Franciscana Seglar, en ella quedó latente el deseo  pero la respuesta del  sí definitivo tardó tiempo .

Hasta que nació en ella el deseo intenso de pertenecer a la fraternidad, aseguró, que esta motivación fue una gracia que nuestro Señor Jesucristo a través de San Francisco le concedió poco a poco, porque una tarde al salir de trabajar del taller de costura dirigió sus pasos al  Templo de la Impresión de las Cinco Llagas conocido como Iglesia de San Francisco. En ese entonces era ministra la señora Dolores Furlong  y el padre guardián Francisco Aguilar.

“Recuerdo que se acercaba la Fiesta de San Francisco y nació en mí un deseo vivo de entrar a la orden franciscana, la ministra, el padre y mis hermanos franciscanos, me acogieron rápidamente y perseveré tanto que en un año tomé el hábito”.

Vicentita asegura que después de esta gracia espiritual su vida cambió por completo porque surgió en ella una plena confianza en Dios, que le permitió comprometerse con su profesión de fe para vivir el evangelio a la manera de San Francisco y Santa Clara de Asís
 
 

La hermanita Franciscana recuerda perfectamente la Forma de Vida y  parafrasea parte del artículo 4 de la Regla … los franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio”.

Precisamente fueron sus hermanos franciscanos y la lectura de la sagrada escritura que le permitió salir adelante de las tribulaciones que todavía le esperaban, como la delicada operación de su hija Cecilia, ahora terciaria franciscana,  la muerte de su hijo Gabino en un accidentar de moto en la carretera, y la muerte de su yerno que también ingreso a la orden franciscana seglar.

“Fue un dolor muy grande pero Dios a través de la fraternidad franciscana me dio la fortaleza y la espiritualidad en la oración para salir adelante y con la ayuda de Dios todo dolor es posible superarlo”.

Aún cuando sus ojos y piernas le fallan porque su vista está cansada y sus rodillas le duelen,   provocándole  caídas y tropiezos en la calle, que afortunadamente hasta el momento no han sido graves;  afirma  Vicentita que su deseo de ir los domingos a misa a las 7:30 de la mañana, orar y convivir, con sus hermanos de la Tercera Orden Franciscana Seglar,  sigue siendo un deseo intenso y latente en ella, pues a pesar de su edad y achaques toma un taxi y llega sola a la iglesia.

Su hijo Teodoro Ortega García comenta que hace ocho días su familia  se alarmó por que no encontraron en su cuarto a su mamá Vicentita, pero una llamada oportuna avisando que estaba en la Iglesia con sus hermanos franciscanos les regresó la tranquilidad.

Vicentita quiere seguir yendo a la Tercera Orden hasta que el cuerpo aguante y las fuerzas lo permitan, le dice a su hijo que saque del clóset su hábito café  y le recuerda que al morir tienen que enterrarla vestida con la llamada “mortaja”, signo distintivo de que pertenece a la Tercera Orden Franciscana.



Recuerda muy emocionada que Dios le permitió celebrar en familia sus 100 años de vida y asistir a misa en la Iglesia de San Francisco con sus hermanos de la Tercera Orden, a la cual ha pertenecido desde hace más de 50 años.

Ella dice que la Regla y la Vida de los Franciscanos seglares es ésta :  “guardar en santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y los hombres”.

En la vida sencilla y humilde de Vicentita se refleja el carisma franciscano de buscar la persona viviente y operante de Cristo en los hermanos, en la sagrada escritura, en la iglesia y en las acciones litúrgicas.



 

 

 

 

 

 

 

 

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